LA VOCACIÓN

La llamada, la misión y la respuesta

UN MISTERIO DE DIOS CON NOSOTROS

La vocación se puede describir como una llamada permanente de Dios a cada persona y al Pueblo de Dios en su conjunto. Llamada amorosa de carácter vital, que lleva a una respuesta en el cumplimiento de una misión, en medio de los desafíos de un mundo cambiante, dentro del plan salvífico de Dios.

Desde el ambiente de la fe, la vocación como una llamada trascendente difiere o amplía algunos conceptos que acostumbramos escuchar en nuestro entorno, que pueden ser reduccionistas.

Hay reducciones pragmáticas e inmanentes: opción altruista, gusto o satisfactor, profesión-ocupación-oficio, facilidad de diversas cualidades o aptitudes, realización personal, privilegio excluyente, inclinación, fuerza estática (motivación por lo externo), formas o estados de vida.

También hay desviaciones en las creencia religiosa: destino o mandato divino determinista, suerte mágica, privilegio de algunos favorecidos o dignos, destino cósmico, tradicionalismo social o cultural.

Todo esto forma parte de la cultura vocacional que se viven en nuestro ambiente y que nos plantea el reto de una Pastoral Vocacional Evangelizadora, ya que la vocación se ha de comprender como una realidad de fe que marca a la persona para toda la vida y engloba todo lo que ella es.

Hay que mencionar tres niveles de la vocación en la persona. Primero es la vocación humana donde el hombre se descubre llamado a la vida, como persona, lleno de posibilidades y potencialidades, con limitaciones y necesidades. El segundo nivel es la vocación cristiana, un llamado a la fe, una invitación a abrirle las puertas a Dios en su vida. A la luz del Documento de Aparecida hablamos del discipulado, la llamada de Dios por medio de Jesucristo a seguirlo en una vida de santidad. Y por último, la vocación específica, una llamada a la adhesión consciente a Cristo, un encuentro que transforma a la persona y que pide situarse en una forma de ser cristiano concreto que nos permite dar nuestra aportación específica en la construcción del Reino. A la luz de Aparecida hablamos del ser Misionero, la llamada a seguir a Cristo implica la llamada a predicarlo y llevarlo a los demás.

Los elementos de la vocación son: La llamada, la misión y la respuesta. Es un diálogo entre Dios y el hombre en el que le encomienda una misión.